18 diciembre 2010

Carta a un amigo.

Querido vecino,
Ya ha pasado mucho tiempo desde la primera vez que te saludé con un gesto rápido de cabeza. Quién me lo diría en aquel momento, que hoy estaría tan estúpidamente enamorada de ti. Recuerdo que te vigilaba, preguntaba a cada bicho dónde demonios te escondías, y notaba que me evitabas. No te rendías a mis tristes peticiones, y parecías tan cruel. No quería que se borrara la persona que me iba a llevar en brazos por unas escaleras en mi noche de bodas. Tú me hiciste reír. Hoy en día no puedo evitar esconder la sonrisa cuando me miras, o cuando haces alguno de tus rebuscados comentarios que, intercalando y eliminado palabras, desatan su gracia. Me hiciste llorar. Recuerdo como si fuera ayer ese día. Me sentí prescindible en tu vida. Hay cosas de las que es mejor no hablar. Paseos, noches a oscuras, kilométricas facturas telefónicas, desnudos entre las sábanas, playas y alcohol, Amor y Dolor... Hemos hecho un trocito de nosotros en este tiempo, y como me gusta, porque no me arrepiento de nada. Sé que hay muchas cosas que podríamos suprimir, pero estoy segura que si no hubieran ocurrido, tendrían que pasar de nuevo. Es el destino, que quiere hacernos fuertes, quiere enseñarnos. Gracias a él yo sé que estoy y quiero estar contigo. Gracias Amigo, porque he fallado mucho, he tropezado más, y me he caído infinitas veces, pero tú siempre lo has sabido, y siempre has estado a mi lado. Siempre me has querido. 
Contesta pronto. 
Muchísimos besos,
                                             Tu Amiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario