11 noviembre 2010

Triste y no. No. Sólo un poco. Que va. Nada. Nada triste. ¿Triste? En absoluto. No está, ya. Pero sí. Lo sabe y lo sé. Yo lo noto. Y él también. Me tiene ahí, en su cabeza; cada dos por tres aparezco por esos refugiados rincones de su mente. No sé donde se mete, pero también está en la mía. No le veo. Pero le siento. Y eso es lo más importante. No es Amor. Si sólo fuera eso, ésto no tendría ningún sentido. Es algo mucho mayor que Amor. Con unas dimensiones millones de veces más grandes que el mismo Amor. Es tantas cosas en una... Es todo, en una sola cosa. Algo a lo que es imposible ponerle nombre. Es respeto. Mutuo. Es comprensión. Es mirar sus ojos y saberlo todo. Mirar su cara y ver sus inquietudes. Verlo y leer sus pensamientos. Escuchar su respiración, y saber sus sentimientos. Es todo. Es ser una misma persona. Quererlo aún conociéndolo todo sobre él. 

Entonces ya puedes decir que lo quieres. Pero de verdad. De esa manera que no puedes dejar de hacerlo.

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